ConsagraciónEl corazón es el lugar de encuentro con Dios. En esta Misión enseñamos: ‘Ve ahora y abre la puerta hijo mío, entra en este lugar que he hecho para que te encuentres con tu Padre.

Cierra la puerta detrás de ti y llámame desde este lugar, tu corazón, y Yo vendré’.

El Padre mora dentro de nosotros con un amor que espera nuestro llamado a Él en la fe, la esperanza y la confianza. Cuando nuestra oración se construye capa por capa por estos elementos, el resultado es una relación con Dios que sólo la oración de amor de un hijo a Su Padre puede obtener. Por eso la oración debe ser del corazón. Si nuestros corazones están lejos de Dios, la sinceridad de nuestras palabras no puede contener los elementos esenciales necesarios para que esa relación exista y nuestras oraciones son palabras con poco o ningún valor.

Como imagen y semejanza de Dios (una vez perdida, pero por medio del deseo de cambiar, es encontrada de nuevo) estamos ahora en un lugar de relación con Dios. Es el siguiente lugar en que encontramos una alianza que se está estableciendo: Oración del Corazón.

La Misión, tiene sólo dos oraciones principales que pide que se recen diariamente en forma individual y una vez a la semana en comunidad, en lo que se llaman los cenáculos de oración: La Oración de la Mañana y los Misterios Dolorosos para la Conversión y la Paz.

¿Qué es un cenáculo de oración de la Misión?

El término “cenáculo de oración” es utilizado en lugar de “grupo de oración”, ya que históricamente la palabra “cenáculo” del Latín cenaculum es conocida como la sala superior, el lugar de la última cena; el lugar donde se quedaban los apóstoles cuando iban a Jerusalén. Por así decirlo, la primera Iglesia Cristiana; el lugar donde el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos de Cristo en Pentecostés. Ya que todos estos son eventos importantes, son también simbólicos para nuestros cenáculos, que se reúnen como discípulos de Cristo y misioneros como en la primera Iglesia Cristiana.

Consisten en 4 o más personas que se reúnen una vez a la semana para rezar el Rosario de la Misión y después de que oran, aprenden los pasos de la Misión y la responsabilidad que tienen como miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Animan a un retorno a la parroquia para rezar juntos delante del Señor. Crean comunidad y reconstruyen vecindarios católicos a medida que los vecinos oran juntos y son motivados a involucrarse en las buenas obras de la Misión y en la vida de su parroquia.

Como Misión, utilizamos las meditaciones contenidas en los Misterios Dolorosos para centrar nuestra oración en la persona de Cristo. Es en esa misma unión con Jesús donde pedimos “en el nombre de Jesús y por medio de Su preciosísima sangre”, por aquellos elementos y fuerzas en nuestras sociedades que están causando la mayor destrucción en nuestras vidas y en la vida de nuestras comunidades, ciudades y países. Es con y por la sangre de Cristo que nos atrevemos a pedir con renovada confianza, por la paz en este mundo, en nuestras familias y en nosotros mismos. Es un medio muy eficaz de oración comunitaria así como un medio para acercarnos cada vez más a nuestro Señor por medio de Su Pasión.

¿Quién puede formar un cenáculo de oración?

La organización y participación en los cenáculos de oración está abierta a todos. Podemos formar cenáculos para niños, jóvenes, ancianos, mujeres, hombres, personas de negocios, políticos, etc. Para que un cambio pueda ser realmente eficaz y duradero en nuestras ciudades/estados/países, debe incluir todos los aspectos de nuestra sociedad, por lo que buscamos una participación activa de todos.

También puede haber cenáculos de oración ya existentes que pertenezcan a otros apostolados y movimientos, que desean unirse con la Misión. En esos casos, sólo se les pide que incorporen las oraciones de la Misión (los Misterios Dolorosos del Santo Rosario con las meditaciones e intenciones de la Misión), en sus cenáculos o grupos de oración.

¿Por qué son importantes los Cenáculos de Oración?

La oración es un don de la gracia y una acción decidida de nuestra parte. El Concilio Vaticano II declara que la razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador.

Es por ello que el enemigo de Dios, el diablo, no nos quiere orando porque aquellos que no lo hacen, se mantienen lejos de la unión con Dios. La Iglesia nos dice que la batalla espiritual de la vida nueva de un Cristiano, es inseparable de la batalla de la oración; la oración es por tanto una lucha, una batalla contra nuestra propia resistencia. Las principales dificultades y tentaciones que enfrenta la práctica de la oración son: distracción, sequedad, indiferencia, olvido, falta de fe y desaliento. El remedio se encuentra en la fe, la conversión, como nuestro Catecismo lo explica, en la vigilancia del corazón. Cuando oramos juntos, en público u oración comunitaria, como en estos cenáculos de oración, estas dificultades y tentaciones que enfrenta la oración son disminuidas por esta gran acción del Espíritu Santo sobre todo el grupo que está orando. 

Nos enseñan los Padres de la vida espiritual en la tradición profética, que no podemos orar en todo momento si no oramos en momentos específicos, queriéndolo conscientemente. Estos son los momentos especiales de oración cristiana tanto en intensidad como en duración. Como católicos estamos convencidos que cuando oramos juntos podemos cambiar el curso del mundo si tan sólo pudiéramos tener la fe de una pequeña semilla de mostaza. Si todos estamos orando la misma oración por las mismas intenciones cada día, miles de nosotros, entonces esta oración será básicamente incesante y el Padre las escuchará y estará de acuerdo. Nuestro Señor Jesús nos los dijo en Mt 18, 19-20: “Les aseguro que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre del cielo. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.

Los cenáculos de oración de la Misión son su fuente más importante de oración de intercesión. El fundador de la Misión solía decir: “en estos tiempos estamos en una guerra del bien contra el mal”. Así que necesitamos “velar y orar para que podamos hacer frente a la prueba, pues el espíritu está bien dispuesto pero la carne es débil” (Mc 14,28). Es importante que los miembros de los cenáculos de oración sean conscientes de esta guerra que se está librando en el mundo y “obtengan su fuerza del Señor y se revistan de las armas que Dios les ofrece para que puedan resistir a las asechanzas del diablo” (Ef 6, 10-11).

¿Cómo se conduce un Cenáculo de Oración?

Una vez que se reúnen los miembros del cenáculo, sugerimos el siguiente esquema general para llevar a cabo la oración:

 

  1. Saludo y acogida: este momento es importante porque nos permite disponernos a la oración y ayuda a desarrollar una relación de confianza y compañerismo entre los miembros, logrando que se sientan acogidos.
     
  2. Invocación del espíritu Santo: siempre debemos comenzar nuestra oración en “el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, e invocamos la presencia y guía del Espíritu Santo entre nosotros. 
     

    Ven, Espíritu Santo,
    Llena los corazones de tus fieles
    y enciende en ellos el fuego de tu amor.
    Envía, Señor, tu Espíritu y todo será creado y se renovará la faz de la Tierra.


    Oh Dios, que enseñaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos que, animados de este mismo Espíritu, conozcamos la verdad y gocemos siempre de sus consuelos. Por Cristo, Nuestro Señor. Amén.
     

  3. Rezo del Santo Rosario de la Misión: se siguen las instrucciones para el rezo que vienen en el folleto o libro de oraciones y nos disponemos a meditar estos sagrados misterios. Rezamos pausadamente, sabiendo que la oración es un diálogo íntimo con Dios, tomando conciencia de Su presencia entre nosotros y le dirigimos nuestras peticiones con sinceridad y humildad por la intercesión de nuestra Madre Santísima.
     
  4. Enseñanza: Se dedican de 10 a 15 minutos para compartir uno de los siguientes puntos:

    1. El Evangelio del día: tratando de interiorizar lo que Dios nos quiere decir por medio de Su Palabra.
    2. Los escritos de nuestro Fundador respecto a las Piedras Angulares de la Misión: para que podamos entender estos tiempos y la necesidad de la conversión personal así como las herramientas a nuestra disposición para lograrlo.
       
  5. Oración de cierre: Terminamos con una pequeña oración de acción de gracias y un Padre nuestro, Ave María y Gloria.
     
  6. Avisos finales: El líder del cenáculo de oración dedica unos minutos para informar a los miembros sobre los logros y actividades de la Misión en su ciudad y en los otros países donde se encuentra presente, para que se sientan parte de una Misión más grande y se motiven por los frutos de sus oraciones. 

    A medida que los miembros de estos cenáculos perseveran en la oración, por lo general comienzan a sentir la necesidad de algo más como una progresión natural en su formación espiritual. Por lo tanto, para ayudar a introducirlos en “la vida, liturgia y caridad del Pueblo de Dios” (CCC 1248), la Misión sugiere el siguiente material que puede reemplazar lo que se comparte en el punto no. 4 del esquema general de un cenáculo de oración:

     

    1. Un extracto del ‘Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen’ o del ‘Secreto del Rosario’ de San Luis María Grignon de Montfort.
    2. Un fragmento del Catecismo de la Iglesia Católica.
    3. La vida de un santo.
    4. De acuerdo a las exhortaciones de nuestra Iglesia, también se puede meditar una Encíclica Papal así como las homilías y enseñanzas del Santo Padre.
    5. Finalmente, también se puede compartir material acerca del tiempo litúrgico que corresponda: Ordinario, Cuaresma, Triduo Pascual, Pascua, Adviento y Navidad.
       

Será un momento de reflexión para profundizar su fe como una forma de vida diaria en comunidad, con Dios al centro de la misma, siempre conforme a las enseñanzas de nuestra Iglesia Católica.

Tipos de Cenáculos de Oración

 

  1. Cenáculo de Oración General: Se lleva a cabo en casas o parroquias donde hombres y mujeres de todas las edades participan.
     
  2. Cenáculo de Oración para Hombres: Consientes de todas las tentaciones, ataques y peligros a los que están sujetos los hombres actualmente, la Misión les ofrece estos cenáculos de oración que llevan el nombre de su Patrono: “La Guardia de San José”. A ejemplo de Aquel que fue colocado como el Guardián y Protector de la Sagrada Familia, ellos también asumen su deber y responsabilidad de Custodiar y Proteger a la familia que Dios les ha dado en la tierra: “amando a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella para purificarla…para que fuera santa e inmaculada (Ef 5, 25-27), y formando a sus hijos mediante la instrucción y exhortación según el Señor” (Ef 6,4). 

    Se reúnen cada 15 días para rezar los Misterios Dolorosos del Rosario de la Misión y para recibir una enseñanza con herramientas específicas para ayudarles a convertirse en verdaderos hombres de Dios, de manera individual, como esposos, padres de familia, trabajadores, amigos, etc. Así mismo, son preparados para hacer su consagración personal a San José en una Misa Solemne de Consagración, que se debe renovar cada año. También se les recomienda que recen los Misterios Gozosos de forma personal para que puedan meditar sobre el papel de San José en la Sagrada Familia.

    Del mismo modo, a medida que avanzan tanto en su formación espiritual como en su compromiso con Dios, participan en obras de misericordia, corporales y espirituales, poniendo al servicio del prójimo los dones y talentos que Dios les ha dado para corresponder a Su infinito amor.
     

  3. Cenáculo de Oración para Mujeres: La Misión promueve también cenáculos específicos para mujeres, llamados “Discípulas de la Virgen María”. Verdaderamente la familia está siendo fuertemente atacada en estos tiempos, pues si se destruye la familia es sólo cuestión de tiempo que como resultado, la fe se desmorone. Es por ello de vital importancia que también la mujer asuma su justo lugar ahí donde aporta la riqueza de su sensibilidad, intuición, generosidad y constancia y vive una vocación única. Pues de ella depende en gran parte la educación de los hijos, la transmisión de la fe, la armonía familiar y el tono y la marcha de todo el hogar. Por ello la Misión facilita estos cenáculos para mujeres en los que se promueve la atenta escucha de la Palabra de Dios de la mano de María, que sabía guardar y meditar las cosas en su corazón (Lc 2,19) para que, siguiendo su ejemplo, puedan descubrir la Voluntad de Dios en sus vidas, de manera individual, como esposas, madres de familia, trabajadoras, etc., y dar como María su “SÍ” en todo momento. Llamadas a imitar a la primera Discípula, modelo del amor materno, a quien fueron confiados todos los discípulos en Juan a los pies de la Cruz, aprenden de Ella el verdadero sentido de la vida en Cristo. 

    Se reúnen cada 15 días para rezar los Misterios Dolorosos del Rosario de la Misión y para recibir una enseñanza, que les ayude a convertirse en verdaderas mujeres de Dios, bajo la guía amorosa y tierna de Santa María. Así mismo, son preparadas para hacer su consagración personal al Inmaculado Corazón de María en su advocación de Nuestra Señora de Guadalupe en una Misa Solemne de Consagración, que se debe renovar cada año. También se les recomienda que recen los demás misterios del Santo Rosario de forma personal para que puedan meditar sobre el papel de la Virgen María en la Sagrada Familia y en la Iglesia. Así mismo, a medida que avanzan tanto en su formación espiritual como en su compromiso con Dios, participan en obras de misericordia, corporales y espirituales, poniendo al servicio de los demás los dones y talentos que Dios les ha dado para corresponder a Su infinito amor.
     

  4. Cenáculo de oración de Niños: Nuestra prioridad con los niños es acostumbrarlos a la oración: que sepan qué es lo que están haciendo y diciendo y sean capaces de agradecer y adorar a Dios e interceder por los demás. Por lo tanto, a medida que comienza un cenáculo de niños, empezamos meditando las 5 decenas de los Misterios Dolorosos del Santo Rosario pero entre cada una rezamos solamente un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria al Padre. 

    Con el tiempo, a medida que el grupo persevera y observamos su disposición para hacer más, podemos comenzar rezando una decena, luego dos decenas, etc., hasta que recen el Rosario completo, siempre recordando meditar adecuadamente cada misterio. Ya que para muchos será la primera experiencia de rezar el Rosario, se les enseñan no sólo los Dolorosos, sino todos los misterios del Santo Rosario. Los niños de estos cenáculos son consagrados una vez al año, en una Misa Solemne de Consagración, al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María y tienen por Patrono al Divino Niño.
     

  5. Cenáculo de Oración de Jóvenes: Somos conscientes de que los jóvenes están bajo el ataque constante del mundo, por lo tanto ahora más que nunca, hay una necesidad imperiosa de acogerlos para iluminar su camino en estos tiempos de oscuridad. Debemos reiterarles la invitación que el Papa San Juan Pablo II les hiciera al comienzo de su Pontificado: “¡No tengan miedo! ¡Abran de par en par las puertas a Cristo!” (Octubre 22, 1978). Fue él quien dio inicio a las Jornadas Mundiales de la Juventud en 1986 cuando se dio cuenta que si había podido acompañar a un pequeño grupo de estudiantes universitarios en los primeros años de su sacerdocio, también podría acompañar a la juventud del mundo y hacerse su amigo. Él se ganó la confianza de los jóvenes porque los tomaba en serio. Ellos tenían la sensación de que él comprendía sus inquietudes. Los retaba a entregar sus vidas a Cristo y apelaba a sus ideales más altos, invitándolos a tomar la delantera en la Nueva Evangelización. Es por ello que es el Santo Patrono de los jóvenes de estos cenáculos y se les aconseja que lean su Carta Apostólica “Dilecti Amici” a los Jóvenes del Mundo con ocasión del Año Internacional de la Juventud. 

    Los miembros de estos cenáculos también realizan su consagración personal al Sagrado Corazón de Jesús y al Doloroso e Inmaculado Corazón de María una vez al año en una Misa Solemne y reciben una enseñanza cada que se reúnen. Finalmente, una vez al mes el cenáculo se realiza delante del Santísimo Sacramento expuesto. De este modo en lugar de comenzar con una dinámica entonan cantos de adoración y sustituyen la enseñanza por la adoración a Nuestro Señor, para que Él, que es el único Maestro pueda mostrarles el Camino, la Verdad y la Vida y puedan desarrollar una amistad sincera y profunda con Él.

Contacto

Contacto SeanDirector Internacional de Cenáculos de Oración: Sean Wolters.

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