El Tiempo de Adviento

El Tiempo de Adviento Vienen días, oráculo del Señor, en que yo cumpliré la promesa que hice a los habitantes de Israel y de Judá” Jeremías 33,14El adviento es un tiempo de gracia donde recordamos la venida de Cristo nuestro Salvador. Nos unimos a la Iglesia en oración por la venida de Cristo al final de los tiempos al recordar también su venida en el tiempo. Oscuros eran los días de su nacimiento y sin embargo fueron iluminados por su venida. Al recordar la venida de Jesús en el tiempo y esperar su venida al final de los tiempos, experimentamos su presencia también ahora. En Adviento pedimos la gracia de preparar nuestros corazones para recibir a Jesús, para conocer su ayuda. Siempre estamos tratando de estar listos para esto; sin embargo, Cristo quiere que lo recibamos ahora en un modo especial en Navidad. El Adviento y la Navidad son un recordatorio de que Jesús vino a nosotros en las horas más oscuras para salvarnos. Así también ahora viene a nosotros en nuestra propia hora oscura.El Papa Francisco habla acerca de una Iglesia gozosa. No habla de una Iglesia que se pone una cara feliz. “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Evangelii Gaudim 1). El Papa Francisco habla de algo desconocido. La sociedad contemporánea no cree que el Cristianismo tenga algo que ofrecer pero Cristo tiene todo que ofrecer a un mundo oscurecido por el pecado, a un mundo que no conoce la alegría. Sin embargo, si no lo buscamos, si no nos preguntamos si esto puede ser verdad para nosotros, nunca conoceremos las riquezas que Él nos ofrece. La singularidad de la alegría del Evangelio es algo que nuestro mundo necesita. Estamos tan absortos en las luchas del día a día que creemos que son todo lo que podemos experimentar en la vida. Sentimos que las cosas nunca van a mejorar. La alegría del Señor no viene de las circunstancias materiales. No proviene de nada de este mundo. La alegría viene de Dios, del extraordinario don que Cristo nos da. La alegría del Evangelio es algo que persiste en toda circunstancia, aún en las difíciles. Así como Dios transforma la misma Crucifixión de nuestro Señor en una victoria, así puede también transformar nuestros sufrimientos en algo que no habríamos podido imaginar antes. La alegría del Evangelio es algo que no esperamos porque es algo que viene de Dios y no del mundo. ¿Cómo podemos encontrar a este Cristo extraordinario? Búscalo. Si en tu Parroquia se están dando pláticas de Adviento, asiste. Lee los Evangelios, ora, pídele a Dios que te guíe. Cristo no defraudará a aquellos que lo busquen. El Papa Francisco dice, “cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos” (EG 3). La única pregunta es, ¿quiero yo a este Cristo? ¿Quiero su ayuda o deseo permanecer como estoy? Si tú estás listo para encontrar con Cristo pregúntate lo siguiente: ‘¿Qué me separa de Él? ¿Con qué facilidad puedo dejar las cosas que me gustan? ¿Me molesto si los demás no me halagan? ¿Cómo reacciono cuando las cosas no salen como yo quería?’ Nuestro apego a estas cosas pueden limitar nuestra relación con Cristo. El ayuno es una forma en que podemos acercarnos más a Dios. Como lo expresó un autor cristiano: “A través del ayuno, decimos no a la autosuficiencia y sí a Dios. Alimentamos nuestra fe en lugar de alimentar nuestra carne”. Decir no a la autosuficiencia, a confiar en nosotros mismos, es una excelente forma de valernos de la ayuda divina que necesitamos. Necesitamos orar a medida que esperamos la venida del Señor. Cuando oramos por la venida del Señor estamos haciendo nuestra parte, en lugar de esperar que Dios haga su parte y también la nuestra. En la Santa Misa pedimos por la venida de Cristo, pero nos haría bien reflexionar en nuestras propias necesidades: ‘¿Tengo una relación con Dios? ¿Mi vida y mi familia están yendo en la dirección que lleva a Dios?’ Podemos presentar estas cosas en nuestros propios corazones cuando pedimos, ‘¡Ven Señor Jesús!’A medida que nos preparamos para esta Navidad junto con toda la Iglesia, confiémonos a la Bendita Virgen María quien vivió el primer Adviento mientras esperaba el nacimiento de Su Hijo. P. Corey CampeauxAsesor Espiritual de la Misión en Luisiana